Embarazo molar puede provocar cáncer

Si durante las primeras semanas de gestación se presenta sangrado vaginal debe acudir de inmediato al ginecólogo, ya que puede tratarse del primer signo de embarazo molar, en el cual el producto nunca verá la luz y, por si fuera poco, es posible que el problema se traduzca en cáncer.

A grandes rasgos un embarazo normal se desarrolla de la siguiente manera: un óvulo producido por la madre es fecundado por un espermatozoide del padre (fecundación), formando un huevo o cigoto que contiene 23 cromosomas de cada uno de los padres, es decir, 46 en total. A continuación, algunas células forman el feto y otras la placenta, bolsa amniótica y cordón umbilical del nuevo ser.

Ahora bien, la placenta se compone de tres elementos: villi (estructuras como dedos microscópicos, a través de los cuales se produce el intercambio de gases y nutrientes entre la sangre materna y la fetal), citotrofoblasto y sincitiotrofoblasto, células que forman los villi y que traspasan al útero hasta encontrarse con la sangre materna. En ocasiones, las estructuras encargadas de desarrollar al feto no se forman, y en contraparte los elementos placentarios sincitiotrofoblasto y citotrofoblasto crecen en forma exagerada, mientras los villi se edematizan (se inflaman y llenan de agua), formando una sola estructura llamada mola hidatiforme, en otras palabras, se origina el llamado embarazo molar; en unos cuantos días el cigoto adquiere aspecto de estar cubierto de gotas de agua o uvas blancas.

Las células placentarias generan también la hormona gonadotropina coriónica (HCG), encargada de brindar las condiciones normales al embarazo, pero cuando éste es molar hay excesiva producción y los síntomas que son comunes en esta condición también se exageran, llegando en ocasiones a inducir la expulsión de la mola.

¿Cómo se diagnostica?

Durante los primeros días no habrá diferencia entre un embarazo molar y uno normal, pero aproximadamente en la semana 10 suele ser común abundante sangrado vaginal, generalmente de color marrón oscuro, al que seguirán otros síntomas típicos de la gestación, como fuertes náuseas y vómitos, dolores abdominales (debido al útero anormalmente grande a consecuencia de la creciente cantidad de quistes) y alta presión sanguínea.

Lo anterior despertará las sospechas del ginecólogo, quien para despejar dudas mandará realizar examen de sangre para conocer la cantidad de HCG, la cual, como se indicó anteriormente, se produce en cantidad muy elevada a la normal. Igualmente se indica ultrasonido o ecografía para confirmar la ausencia de feto.

La Medicina no tiene aún una explicación al embarazo molar, pero si reconoce factores que pueden propiciarlo, como el que la madre sea menor a 16 o mayor a 40 años de edad, que haya sufrido más de un aborto espontáneo o que trabaje muy cerca de sustancias tóxicas (como asbesto o fertilizantes).

Estadísticas al respecto señalan que en Asia se presenta un caso molar en cada 120 embarazos, en Europa uno en cada 2 mil y en América aproximadamente uno en cada mil; e n Estados Unidos, el número de casos es mayor entre las mujeres originarias de México y el sureste asiático que en las de origen europeo.

Asimismo, los especialistas reconocen dos tipos de embarazo molar:

•Completo. Se caracteriza por la ausencia total del embrión y del tejido normal de la placenta, así como por el hecho de que los 46 cromosomas del cigoto son todos de origen paterno, lo que se cree se debe a que poco tiempo después de la fertilización los generados por la madre se pierden o desactivan y los del padre se duplican.

•Parcial. Puede haber una porción de placenta y el embrión, que es anormal, comienza a desarrollarse muriendo en unas cuantas semanas. En la mayoría de estos casos los 23 cromosomas de la madre están presentes, pero existen dos grupos del padre, por lo que el embrión tiene 69 cromosomas en lugar de los 46 normales; cuando así sucede es porque un óvulo es fecundado por dos espermatozoides.

Si bien perder al producto es una experiencia terrible para la madre, sea la causa que sea, tratándose de un caso molar el problema no se detiene ahí, ya que la masa puede convertirse en coriocarcinoma (tipo de cáncer poco frecuente que se relaciona con el embarazo) y penetrar profundamente en la pared uterina; esta forma de lesión es muy agresiva y puede invadir con facilidad tejidos cercanos o incluso órganos a distancia, como pulmones; pese a ello , este cáncer es fácil de detectar y tiene alto índice de curación.

Como cabe imaginar, una vez detectada la mola hidatiforme resulta vital extraerla para no dar tiempo a que se desarrollen células cancerígenas, siendo el método más empleado el llamado curetaje de succión, mediante el cual se aspira todo el tejido molar del útero, bajo anestesia general. Vale aclarar que esta técnica tiene mejores resultados que el legrado, el cual consiste en introducir la pinza o cucharilla de legra (de ahí el nombre del procedimiento) para hacer un “raspado” al interior del útero, lo cual no asegura que sean retiradas todas las células molares, a diferencia del proceso anterior, que prácticamente lo garantiza.

Una opción más es practicar histerectomía (extirpar el útero completo), principalmente cuando la masa de quistes es muy grande y la mujer ha decidido no tener más embarazos.

Para asegurarse de que no hay más tejido molar en el cuerpo de la mujer, el ginecólogo medirá periódicamente los niveles de HCG, los cuales deberán mantenerse en cero por lo menos durante el año siguiente a la gestación molar, lapso en el cual debe evitarse un nuevo embarazo, ya que ello dificultaría el monitoreo de la hormona.

Cabe destacar que cuando una mujer ha sufrido mola hidatiforme es posible que se embarace nuevamente, y las probabilidades de que éste sea molar son apenas del 1%.

Finalmente, debemos considerar que no es fácil superar el dolor ante la pérdida de un embarazo, y para ello puede pasar algún tiempo y requerir ayuda psicológica para ambos miembros de la pareja. Sin embargo, la vida puede brindarles una nueva oportunidad.

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Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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